Juan G. Luján
El pasado verano un comité de expertos de la UNESCO elaboró un informe que planteaba incluir a Venecia en la lista de “patrimonio en peligro”, como paso previo para excluirla de las ciudades “Patrimonio de la Humanidad” de las que forma parte desde 1987. La principal causa para considerarla “patrimonio en peligro” es el modelo de turismo de masas que sufre la ciudad, que ha llegado a tener 100.000 turistas diarios que duermen en ella, mientras que su población de 50.000 habitantes se ha ido reduciendo en los últimos años porque los venecianos se sienten forasteros en su ciudad. Finalmente la reacción del gobierno italiano surgió efecto y el informe no salió adelante.
En otra de las joyas turísticas de Italia, la ciudad de Florencia, se puede ver en su Biblioteca Nacional un cartel en la puerta que pone: “este lugar no es un sitio turístico, es una biblioteca para estudiar e investigar”. Fui testigo el verano pasado como un pequeño grupo de turistas despistados intentaba entrar en la biblioteca y el guía les pegó un grito, y les dijo que no, que la biblioteca no se visitaba, que leyeran el cartel.
Venecia, Florencia, Roma…sufren el fenómeno de la turistificación, una palabreja que todavía no reconoce la RAE pero que el diccionario de Fundeu explica como el “impacto que tiene la masificación turística en el tejido comercial y social de determinados barrios y ciudades”. En Canarias lo estamos viviendo, el antropólogo de la Universidad de La Laguna, Agustín Santana, lo explicaba muy bien hace unos días en un excelente reportaje de la periodista Catalina Espino emitido en Televisión Canaria. Decía Santana que “la gente tiene percepción de hacinamiento, tú vas por la calle y percibes que hay demasiada gente y te incomodas”. El antropólogo señala que “la generación que nació en los 60 y 70 del siglo pasado sí pudo usar el sur de Tenerife o Gran Canaria para esparcimiento, para disfrutar de la playa, recuerdan esos territorios con una vida propia que ya no existe, porque el isleño se siente excluido de esos espacios turísticos económicamente, y físicamente porque no puede estar en la playa con su sombrilla propia, porque si sube la marea no tienes donde poner tu toalla porque todo son hamacas y sombrillas privadas, y eso lo percibes como que alguien se está apropiando de un espacio que me pertenece y otros se lucran de eso y no tengo por donde pasar”.
En el reportaje titulado “La tierra del turismo” se veían muy bien las dos caras de este fenómeno: los portavoces de la patronal hablando de récords y beneficios, y un grupo de camareras de piso contando que están reventadas, que cada vez trabajan más y no les mejoran las condiciones laborales. Una trabajadora dice “hay algunas que tienen carros motorizados o camas elevables, pero la mayoría trabajamos en las mismas condiciones que en los años 80, mientras crecen los beneficios”. También recoge el reportaje las protestas de la plataforma que lucha contra la ley turística de 2013, que obliga a los canarios que tienen apartamentos a cederlos a un explotador turístico, que apenas les da 200 euros de rentas al mes. Otro profesor universitario apunta en el mismo reportaje que “Canarias es un caso extraño, porque ninguna otra región especializada en turismo tiene los problemas de desempleo que hay aquí”.
Ya hace algunas décadas el antropólogo Fernando Estévez adelantó lo que estaba pasando y lo que iba a pasar cuando escribió que “En la actualidad incluso los centros comerciales son construidos como parques temáticos (…) Al tiempo que muchos centros comerciales son, en sí mismos, atracciones turísticas, convirtiéndose en destinos turísticos por derecho propio. Y, por su parte, los destinos turísticos se presentan y gestionan cada vez más como grandes centros comerciales”.
Se van a cumplir dos meses de las masivas manifestaciones del 22 de Abril en todas las islas donde decenas de miles de personas pidieron un cambio de modelo económico, y gritaron que Canarias tiene un límite. Para frenar el movimiento de la UNESCO que intentaba excluir a Venecia de ciudades Patrimonio de la Humanidad, el gobierno italiano y el ayuntamiento de la ciudad aprobaron una tasa turística y se comprometieron a tomar medidas para limitar el turismo de masas. Aquí, dos meses después de las manifestaciones del 20-A, solo hemos tenido “bla, bla, bla” del presidente del Gobierno y sufrimos a una patronal turística que dice que la tasa turística es cosa de comunistas. Las camareras de piso siguen reventadas, los hoteleros llevan tres años subiendo precios y la ocupación de hoteles, apartamentos y alquiler vacacional está por encima del 80%. La mayor parte de este gran centro comercial llamado Canarias está en manos de capitales foráneos, los indígenas canarios ponemos las camareras de piso y el dinero de nuestros impuestos para promocionar sus negocios. ¡Hay que joderse!
Juan G. Luján