Antonio Cabrera de León
Con los años uno se vuelve menos flexible. De niño te chupas el dedo gordo del pie, pero de mayor eso sólo lo consigues si el dedo es de otra persona y el sexo te da por ahí. A no ser que seas Elma Saiz, ministra de flexibilidad social. Ella se chupa los dos dedos gordos a la vez y pretende flexibilizarnos a todos. Cágate lorito.
Hay que tener muy poca vergüenza para proponer la “flexibilidad” de las bajas laborales siendo ministra de un partido que se apellida socialista (Ja!). Baja flexible por embarazo, señora, porque está usted embarazada pero sólo un poco. Baja flexible por cáncer de pulmón, caballero, porque total usted ya apenas fuma. Entiendo que detrás de estas estupideces está la estrategia del PSOE para recuperar votantes conservadores del PP espantados de su deriva a la ultraderecha. Igual que entiendo que, consciente de ello, al PP le ha dado ahora por “conciliar” y que igual hasta sale Ana Botella defendiendo el matrimonio entre dos peras homosexuales, o dos manzanas.
Igualmente de flexible, y supongo que con el mismo propósito de captar votantes moderados como Semper antes nacionalizarse del Chamberí, nos ha salido Isabel Rodríguez, ministra de vivienda, pidiendo la solidaridad de los caseros con los inquilinos. Cuando acabé de reírme, me dio por vomitar ante el asco que produce ver a una socialista (Ja!) pidiendo la solidaridad del empresario con el trabajador como solución al problema de la explotación. Es la misma solidaridad que pidió en su día Teresa Ribera a las compañías eléctricas para que bajaran el coste de la electricidad.
Luego ya si eso, Sánchez aceptó la presión de Podemos para poner un tope al precio del megavatio gasístico y cuando, efectivamente, bajó el precio hubo premio para Ribera por los méritos de otros: comisaria europea. Buen futuro para Isabel y Elma, parece. Las tres son puro florero, no por mujeres sino porque han mostrado ser “flexibles” y solidarias.
No ha tardado un segundo la patronal solidaria española en salir a reforzar las propuestas socialistas (Ja!) y Garamendi se nos ha marcado un chotis con letra de “Que paguen la seguridad social los trabajadores, que tenemos los huevos flexibles y sentimos picores”. Y ahí lo tienen ustedes, que el hombre no llega a fin de mes con su sueldo flexible de 400,000€ pero solidariamente está dispuesto a pagar él su cuota social a cambio de que las empresas no paguen.
Los trabajadores del mundo globalizado nos jugamos en estos momentos la forma que va a tener el mundo que se está desglobalizando. Si no peleamos nos “flexibilizarán” no sólo las bajas laborales o las cuotas sociales, sino las pensiones, la educación, la sanidad y hasta el ejército. Todo flexibilizado y, ya puestos, horarios laborales flexibles y vacaciones flexibles. Básicamente consiste en ponerles a los trabajadores una bisagra en la cintura para que ganen flexibilidad y, puestos en pie, puedan doblar el espinazo con las piernas estiradas, hasta chuparse los dedos del pie. Momento que aprovecharán para encularnos.
Antonio Cabrera de León