Juan G. Luján
El diccionario de la RAE dice que asombro significa ‘gran admiración o extrañeza’, y también tiene una segunda acepción que es ‘susto o espanto’. Si les digo que me producen asombro las estrategias y declaraciones las últimas semanas de los políticos de los diferentes partidos, seguramente habrán adivinado a qué significado de asombro me refiero…Sí, acertaron, esta fauna política que padecemos no me produce ‘admiración o extrañeza’, cada vez siento más ‘susto o espanto’.
Cuando uno se va haciendo mayor suele repetir la frase “yo ya estoy curado de espanto”. Pero confieso que no, que no estoy curado, que la clase política canaria y española me sigue produciendo susto y espanto. El último capítulo del espanto es lo que está ocurriendo con los menores migrantes. En Canarias, lo cuentan los medios todos los días, hay más de 5500 menores migrantes no acompañados. En el último año se han abierto 51 centros de acogida, muchos en condiciones muy precarias, en muchos no se garantizan los derechos a la educación y salud dignas que exige la declaración de los derechos del niño.
Ante la falta de solidaridad de los gobiernos de la mayoría de las comunidades autónomas, el Gobierno canario planteó una reforma de la ley de extranjería para obligar a las otras comunidades a acoger a los menores. Porque aunque la política migratoria es competencia del Estado, la tutela de menores es de las comunidades autónomas. El PP, Vox y Junts rechazaron la reforma de esa ley. El PP canario había anunciado que la apoyaría. Pero al final mandó Génova, y en la agenda política del PP está no dar ni un vasito de agua a Pedro Sánchez. Solo tiene una excepción: si se trata de repartir poder para mangonear a los jueces, por eso se acaban de acuerdo para nombrar los miembros del Consejo General del Poder Judicial. El PP vota que no a la admisión a trámite de la reforma de la Ley de Extranjería. Y ahora el Gobierno del Mencey Clavijo dice que denunciará al Estado porque los menores migrantes son competencia del Estado porque los recogen las fuerzas de seguridad en alta mar.
Esa denuncia no llegará a ningún lado y en el Gobierno canario lo saben. Aquí se trata de intentar ganar el relato, un relato en el que unos sean culpables y otros unos políticos responsables. Aquí lo que ha habido por parte del PSOE y del PP, es lo que en la lucha canaria se llama “pasividad en la brega”, llevan meses haciendo que se mueven sin moverse. Al PP no le interesa un acuerdo sobre menores migrantes porque acogiendo a los menores en las comunidades autónomas donde gobiernan, que son la mayoría, tendrán más problemas y no ganarán votos. Al PSOE le interesa un PP a la contra, para retratarlo junto a la ultraderecha racista. Y el Mencey Clavijo sabe estos datos, pero el presidente solo dispara al PSOE porque es el PP quien le mantiene en el gobierno. Y ahora estamos en un nuevo capítulo: Las ongs saturadas se dirigen a fiscalía, parar decirles que no cuentan con recursos de acogida, y así se ponen la tirita antes de la herida, por si luego los denuncian por no acoger a los menores en condiciones.
Decía Aristóteles que el origen de la filosofía es el asombro del ser humano. De la admiración por el mundo que nos rodea nace el asombro que genera las preguntas que dieron origen al pensamiento filosófico. Este es el derecho al asombro que quiero reivindicar. Lo que está pasando con los menores migrantes me produce asombro, pero con el significado de “susto o espanto”. Susto cuando pienso en el futuro de esos niños que llegan tras perder a madres, padres o hermanos en el camino, susto el que seguramente está en esas miradas que nos esconden. Y espanto el que me genera una clase política que navega entre la politiquería de sus intereses partidarios a corto plazo, y el discurso racista que ha llegado a las tribunas de nuestras instituciones y se está expandiendo a los barrios del archipiélago. Cuando comience el fuego en las calles de los pobres contra los más pobres, con nazis apaleando a negros o a musulmanes, como está pasando en varias ciudades europeas, cuando ese fuego prenda también en nuestras calles, habrá que recordar que la mecha la pusieron estos políticos que hoy me ocasionan espanto. Ya que para entonces será inútil prohibir el racismo, al menos pidamos, como cantaba Rubén Blades, que esté prohibido olvidar.
Juan García Lujan