
“La era neoliberal es la era del
agotamiento del sistema de las democracias liberales. Los agentes que los
legitimaban – parlamentos con representación popular, partidos con definiciones
ideológicas, sindicatos y centrales sindicales fuertes, dirigentes políticos
representantes de distintos proyectos políticos, medios de comunicaron como
espacio relativamente diversificado de debates – se han vaciado, dejando al
sistema político y a los gobiernos suspendidos en el aire. El desprestigio de
la política es la consecuencia inmediata del Estado mínimo y de la centralidad
del mercado.
La crisis de las democracias es uno de los temas que más se extiende desde los
EUA a la América Latina, pasando por Europa y por Asia. Ya no se trata de
reivindicar un sistema que se ha agotado, sino de construir formas alternativas
de Estado, de sistemas políticos y de representación política de todas las
fuerzas sociales.”
Sader, Emi. 1 de abril de 2017. La crisis de la democracia en el
neoliberalismo, Público.
Siempre en las colonias las
crisis se manifiestan de forma más brutal y grotesca, con antelación a las
sociedades de las metrópolis, hablamos de todas las crisis: sociales,
políticas, económicas y seguramente morales. En ellas estamos.
Canarias enfrenta la crisis descrita por Sader, la era del agotamiento de las
democracias neoliberales, pero, siendo grave, es sólo una parte del problema,
Canarias enfrenta la madre de las crisis, una colonización no resuelta en pleno
SXXI, un proceso de aculturización galopante, infectocontagioso, una crítica
realidad social y una presión demográfica muy intensa generada por el gran
número de residentes procedentes del exterior de las islas, componentes
suficientes para afirmar que nos encontramos frente a una segunda fase del
etnocidio. En términos culturales, identitarios nos encontramos a la defensiva,
resistiendo, con lo que a la crisis global de la democracia, sumamos que un
nación colonia no goza de democracia alguna hasta que no es dueña de su
destino, es simplemente una irrealidad.
La comunidad y lo común se disuelve a gran velocidad. Las décadas de gobiernos
pseudonacionalistas, lejos de arraigar conciencia nacional, la han caotizado,
difuminado y contaminado.
Las elecciones, expresión de crisis identitaria
La labor de desmantelamiento de
la identidad nacional y el vaciado absoluto del discurso, de la estrategia y
las aspiraciones como nación es tanta que el nuevo estatuto es muestra evidente
de sus renuncias, de las renuncias de los regionalistas, un estatuto cobarde,
resultado del miedo, incapaz siquiera de confirmar el carácter de nación de
Canarias
“Artículo 1. Archipiélago atlántico. 1. Canarias es un
archipiélago atlántico que, como expresión de su identidad singular basada en
sus circunstancias geográficas, históricas y culturales, ejerce el derecho al
autogobierno como nacionalidad, constituyéndose en Comunidad Autónoma en el
marco del Estado español.
Pero también el último proceso electoral en Canarias y la
resultante de los acuerdos de gobernabilidad en las instituciones son una clara
manifestación de lo que exponemos.”
Pero aún más grave, el Gobierno de Canarias y su presidente se han negociado y
resuelto por las cúpulas de los partidos españoles, participando activamente,
imponiendo a los regionalistas y ordenando a los delegados de sus franquicias,
con quién, qué y cómo.
Así las islas han sido un “ir y venir” de dirigentes del PP y PSOE, de llamadas
de teléfonos, algunas intimidatorias, y de corte mafioso.
Mientras esto ocurría, las fuerzas políticas autoproclamadas del nacionalismo
han estado a expensas de las propuestas que unos, PP y Ciudadanos, y otros,
PSOE, han ido barajando. Es así que tanto NC como CC han transitado de un pacto
a otro, a veces integrados en el pacto de las derechas, a veces en el llamado
pacto progresista.
Resultó, al menos curioso, que en una fase de esa negociación NC y CC formaron
un frente común de unos pocos días al encontrarse acosados, acorralados, por
los partidos de disciplina exclusivamente española.
Las fuerzas políticas de la metrópoli toman el control directo, sin delegación.
Daba igual, el presidente sería de PSOE o del PP, pero si había una estrategia
machacar al débil y cobarde pseudonacionalismo, sobran en el futuro que nos han
diseñado, y no por lo que son, por lo que han sido y son colaboradores, sino
por lo que pueden ser. España ha aprendido de CIU y Pujol, para sentarse a
esperar que detrás de un Mas venga un Puigdemont.
Las fuerzas políticas del regionalismo canario han perdido el protagonismo en
los procesos políticos en Canarias, ni tan siquiera son útiles a España como
interlocutores, es cuestión de una legislatura que los aciertos, si los
hubiera, en políticas sociales y gestión del nuevo gobierno de canarias,
desplazan de la escena a ambas fuerzas definitivamente, una ya que será
ampliamente fagocitada por el PSOE, especialista en ello, la otra diluida en la
oposición con dos voces más, para la que no está preparada y sin capacidad de
generar ningún tipo de clientelismo.
Ni NC, ni CC obtendrán rédito electoral de la situación actual, es más la
propia dinámica impuesta puede reducir su influencia, cortocircuitados en los
ayuntamientos más poblados, y disminuir sus posibilidades electorales,
extendiendo los partidos de obediencia orgánica española su control. Ambos
trabajando para las fuerzas de disciplina española.
Canarias y su futuro como pueblo y nación jamás han estado en debate alguno,
debates de pactos de gobierno que no han ido más allá de los repartos, tras los
cuales se elaboran los programas, más cercanos a declaraciones altisonantes que
a propuestas que generen, faciliten un futuro estado y autogobierno. Ni una
sola línea del pacto firmado apunta
CC y NC: El Estado español ya no los respeta, no los necesita.
La estrategia del España que
Canarias es un cuestión de Estado y que para evitar separatismos y
descolonización CC Y NC eran necesarios en las estrategias de gobernabilidad
está liquidada, tanto han minimizado el discurso nacionalista, tanto han
abrazado el españolismo que España cree saber, no sin cierta razón, que a corto
y medio plazo no hay riesgos previsibles, más cuando la expresión electoral de
la unidad de la izquierda radical independentista, fruto de un respetable y
loable esfuerzo, es poco significativa.
No hay miedo en la metrópoli y el miedo crece exponencialmente entre nuestra
gente, en el sufrimiento de cada día para sobrevivir con salarios de miseria,
de profundas desigualdades económicas y sociales, con el ascensor social parado
en la planta baja, mientras las elites canarias, delegados comerciales de
España en canarias son cada vez más ricos y avariciosos, con más de un treinta
y cinco por ciento en riesgo de pobreza y un 35% nacido en Canarias. Jóvenes,
mujeres, desahucios y desahuciados y mucho miedo. Un miedo paralizante que
invade a los canarios y canarias, que en mucha ocasiones se autoinculpan de su
situación, dirigiendo su frustración y violencia hacia ellos mismos.
Es por ello que el estado español no observa riesgo alguno y ya no necesita medianeros, desea llevar la finca directamente.
Mientras el miedo silencioso crece, como bien sintetiza de Bauman:
“Nosotros podríamos profetizar que, si nada la refrena o la domina, nuestra
globalización negativa -y su modo alternativo de desproveer de su seguridad a
los que son libres y de ofrecer seguridad en forma de falta de libertad- hace
ineludible la catástrofe. Si no formulamos esta profecía y no la tratamos en
serio, pocas esperanzas puede tener la humanidad de convertirla en evitable. El
único comienzo prometedor para una terapia contra el miedo que crece y, en
última instancia, nos incapacita ver más allá de él, hasta lo más hondo de sus
raíces, porque el único modo prometedor de continuar dicha terapia pasa por
enfrentarse a la tarea de arrancar esas raíces.”
Bauman, Zygmunt. Miedo líquido : la sociedad contemporánea y sus temores.
Buenos Aires : Paidós, 2014.
El rearme de la Nación
Dos estrategias de emergencia creo que son esenciales para ese rearme en un tiempo razonable:
1. Las organizaciones, si no fuera posible, las bases y parte de la dirigencia
de los partidos y organizaciones en la actualidad en el pseudonacionalismo(NC y
CC) deben sin dilación plantearse y ejecutar un proceso de unificación sobre la
base de un nacionalismo que crea y piense en nación, en clave de estado, que
entienda y reconozca la realidad colonial de Canarias.
2. El movimiento por la descolonización debe confluir en la acción y en la
organización en un proyecto interclasista de integración y colaboración que
conforme un frente anticolonial de amplia pluralidad ideológica, sea cual sea
la evolución futura de las fuerzas pseudonacionalistas, intervenga activamente
en todos los ámbitos y áreas que sea posible.
De no producirse ambas estrategias los tiempos para que Canarias sea un Estado se alejarán y los obstáculos crecerán, al tiempo que España podrá culminar estrategia de disolución de las señas de identidad que nos identifiquen y nos hacen reconocernos a unos y otros como miembros de esta comunidad nacional.
Por último advierto que algunos dirigentes políticos de los partidos
pseudonacionalistas pueden optar por avivar el pleito insular, esa aberración
pondría aún más sencillo el objetivo de los partidos de obediencia española.