
La pérdida acelerada de masa forestal, especialmente de pino, para destinarla a los ingenios de azucareros, incluidos los existentes en Gran Canaria, además de inicialmente construir las cajas para exportar la caña a Europa, obligó al Cabildo a intentar limitar el consumo desaforado de madera, permitiéndolo solo a aquellos cortadores y comerciantes previamente autorizados para ello. Como medida disuasoria, la corporación aprueba castigar con la amputación del dedo pulgar de la mano derecha a todos aquellos que corten madera sin licencia. -Antiguo ingenio de azúcar-.